domingo, 26 de agosto de 2007

Capítulo 1: Coria, la ciudad en ruinas...

Para los miembros de la raza élfica, el tiempo no es algo relevante. Este hecho, sumado a la falta de un mapa, distorsionaron las distancias entre los lugares ya visitados por Zephyr.
Es así como, en su vagar constante, Zephyr llegó a una entrada de la ciudad de Coria. Las historias escuchadas en los lugares antes visitados no eran fieles a lo que se le mostraba por delante. Una ciudad en ruinas, claramente abandonada hacía mucho tiempo por los Syrios, luego de haberla saqueado y destruido hasta el cansancio. Ahora habitada por un sinnúmero de criaturas de muchas razas, en donde la miseria estaba en cada rincón, además del saqueo.
Por lo menos, Zephyr no se sentiría discriminado en aquel lugar, claro que la sensación de inseguridad le obligaban a tratar de permanecer ahí el menor tiempo posible. El elfo esperaba poder comprar algunas provisiones pero la falta de letreros o caras amistosas se lo dificultaban.
Decidió adentrarse un poco más, cubierto completamente por la capa, con una mano en el mango de su espada, en espera de cualquier cosa.
Caminó durante un rato hasta que notó que una extraña figura lo seguía. De reojo notó que un enano harapiento se acercaba muy rápido por uno de sus lados.
- Cuidado enano...no te acerques si no quieres salir lastimado...- dijo Zephyr y no se detuvo.
- Señor...señor...lo estaba buscando...espere...- respondió el enano claramente confundido.
- Lo siento, pero no te conozco, me confundes con alguien más...-
Un poco más adelante, Zephyr notó a alguien familiar. Era un elfo que conversaba con un humano. Zephyr se acercó esperando conseguir un poco de información.
- Saludos...es raro ver a alguien como tu en esta ciudad, me gustaría hablar contigo.-
- Buen día...he invitado a esta persona a un lugar más tranquilo, si no te molesta puedes venir y ahí hablaremos resguardados del frío.- dijo el otro elfo mientras miraba de reojo al enano harapiento.
- Tu puedes venir también si quieres, te he visto vagar algún tiempo en este lugar...- se dirigió al pequeño enano, quién estaba completamente sorprendido.
- Gracias señor...no puedo creer que haya encontrado dos como ustedes...-

Así guiados por el elfo, los tres viajeros llegaron a una casa muy maltrecha por fuera, pero cuando entraron, el frío los dejó en la puerta, y aunque parecía un poco más cuidada por dentro, todos agradecieron el refugio.
Zephyr notó como el otro elfo buscaba algo en un rincón y volvía con ropas para frío que le pasó al enano para que se cambiara de ropa.
- No quiero abusar de tu hospitalidad, pero no tendrás otra prenda para mí, sólo llevo esta capa y el frío cala hondo en mis huesos.-
- Lo siento, pero era lo único que tenía...acércate acá mientras preparo algo caliente para comer.-
El humano, que vestía unas ropas muy abrigadas, sacó un paquete de su mochila y se lo entregó a Zephyr.
- Toma, yo estoy bastante abrigado y esto te servirá más a ti- dijo amablemente extendiendo el paquete hacia el elfo.
Eran unas ropas invernales que Zephyr se puso de inmediato, agradeciendo el gesto. El calor se sintió de inmediato, ayudado por la pequeña fogata que servía de cocina. El otro elfo ya tenía lista una sopa caliente que sirvió a sus invitados de inmediato.
- Me pareces familiar, ¿eres del grupo de rezagados?- preguntó Zephyr.
- Así es...por eso me parecía haber visto tu rostro antes. ¿Has desarrollado alguna habilidad?-
- He estado entrenando...¿y tú?- preguntó nuevamente el elfo.
- También...- asintió el otro elfo con una sonrisa en los labios.
Pasó el tiempo y luego de haberse presentado, los demás contaron como habían llegado a Coria.
El humano, venía en busca de ayuda. Su ciudad, Bellfree, había sido atacada por los Syrios y tenía claras intenciones de entrar en ella en busca de alguien que esperaba estuviera vivo.
El joven enano, había sido enviado a una misión claramente fácil, de reconocimiento a Hereford. Pero, emboscados por los Syrios, fue hecho prisionero junto a sus compañeros. Todos fueron asesinados y comidos, y él, de milagro, fue salvado por un elfo que era acompañado por muchos animales. El mismo elfo lo dejó en Coria y desapareció. El enano, desorientado, trató de volver a Pedraza, su ciudad natal, pero nunca lo logró.
Finalmente, el otro elfo, había llegado a Coria simplemente porque en esa ciudad se desenvolvía mejor y no era discriminado por lo que era.
El vino ofrecido por el anfitrión, soltó las lenguas de sus invitados, quienes luego de deliberar un momento, llegaron a la conclusión de que sería bueno hacerse de un mapa. Y la única manera de obtenerlo, era quitándoselo a un Syrio. El problema era que la noche no tardaría en caer, y el único lugar en donde podían encontrar a un salvaje de éstos, era en el bosque aledaño.
Empujados por un valor algo absurdo, partieron en dirección al bosque.

Afortunadamente, a medio camino, Zephyr sintió que cerca había una puerta secreta. Obviamente, prefería ir a investigar eso, que ir a enfrentarse a un par de Syrios. Claramente pudo notar que los demás eran un tanto inexpertos, y él no era un guerrero por completo para cargar con todos al hombro, por lo que ir a un bosque de noche, era un suicidio.
Se acercó al otro elfo y le dijo lo que había descubierto. Ambos se separaron un poco de los demás, y encontraron una puerta oculta en la chimenea de una casa semidestruida. Los demás los siguieron, mientras una escalera que descendía a un nivel inferior, les daba la bienvenida.
El otro elfo bajó de inmediato, seguido por Zephyr. Sobre ellos, el enano bajó.
A medio camino se escuchó un grito desde la oscuridad. Era el otro elfo pidiendo una antorcha. Había escuchado sonidos extraños y se vio en peligro.

Zephyr, que ya había llegado al sótano, tomó una de sus flechas, e invocando el poder que corría en sus venas, hizo que la flecha se iluminara cual antorcha. La luz rebeló unas extrañas criaturas aladas, de tamaño pequeño, que se asemejaban a unos insectos que habitan en las pozas.
El combate comenzó de inmediato, el elfo que estaba unos pasos adelante, se vio rodeado por varias de estas criaturas que se le pegaron al cuerpo clavando sus picos. Un par se fueron hacia Zephyr y otras al enano que ya había sacado el estoque que el otro elfo le entregó para defenderse.
Zephyr logró matar a una antes que se le acercara, usando su poder, le lanzó un par de proyectiles que salieron de sus dedos, eliminando al bicho. El otro, logró clavársele en el brazo pero antes de que le succionara sangre, en un rápido movimiento, Zephyr desenvainó su espada, partiendo al insecto en dos partes.
Notó que a los demás no les iba muy bien, el otro elfo logró liberarse de los bichos a duras penas, ayudado por el humano que había decidido bajar a ayudar. El enano logró resistir, no sin antes ser picado por los bichos.
Eliminada la amenaza, todos respiraron tranquilos, pero les duró poco, ya que en un extremo de algo similar a un túnel, el piso comenzó a arder. Zephyr ágilmente logró llegar a la escalera primero y subió a toda velocidad.

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